… cuestión de momentos, sí. Algunos tristes, como el de hoy, en el que despedimos definitivamente a Pepe Rubianes. Monologuista, cómico, actor, poeta, enamorado de la palabra en todos sus registros y disfraces, amante de la buena vida, epicúreo empedernido (casi me atrevería a decir hasta lo hed-o(na)nista), espíritu libre e insobornable…
La vida es cuestión de esos pequeños momentos en que vale la pena vivir, hilvanados muchas veces por hilos finos que ni siquiera tejemos nosotros, pero que almas caritativas, vitalistas y con un empuje existencial arrollador nos dibujan en el aire para que no nos olvidemos de soñar, y mucho menos de reir.
Momentos como en el que descubrí a un Rubianes a través de cuyos monólogos pude dejar salir sonrisas y carcajadas en horas en las que mis labios eran mera cicatriz; momentos de tardes de domingo en compañía de buenos amigos con los que nos sentábamos a escuchar sus andanadas y a desternillarnos hasta que nos doliera el alma.
Con Rubianes aprendí que la soledad no era tan mala, que el humor podía ser camino, que el lenguaje universal de la poesía y el arte se reviste o se trasviste muchas veces de lo popular y lo rabelesco; descubrí también que el mero hecho de respirar era para ser tomado a coña en ocasiones, por no decir el trabajar… ya sabéis a lo que me refiero (y, aunque lo he intentado, el trabajar nunca me ha puesto cachondo, Pepe).
En fin, compadre de tabernas cuyos vinos y charlas me hubiera gustado compartir, amigo de noches insomnes, hermano de tardes de domingo, repitiéndote sin verguenza ni reparo en mi reproductor de CD, te has ido, y nos dejas el mundo un poco más vacío y con el eco de tu estruendosa sonrisa retumbando por las calles de una Barcelona y sus teatros que ya no se entienden tan bien sin ti…
Los grandes como tú, no mueren. O sí, pero y eso qué importa. Lo que realmente importa, son… eso, los momentos, como los que tú nos has hecho pasar.
Parafraseando a Albert Om en su sentido homenaje en unas sinceras líneas en El Periodico de Catalunya, «tú, que te ibas siempre de todo, seguiras para siempre aquí», dejando esos momentos en los que nos hiciste ver la vida como el gran chascarrillo existencial que a veces es.
Descansa en paz, maestro.